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Carta abierta al Presidente Nicolas Sarkozy: Por qué Francia es hostil a los imazighen?

 

Señor Presidente,

Su discurso del 15 de septiembre en Benghazi, nos dejo sorprendentes y estupefacientes dado que afirmó: “(...) jóvenes de Benghazi, jóvenes de Libia, jóvenes Árabes (…)”. “(...) todo el pueblo “árabe” que quiere liberarse de sus cadenas (…)”. Sus observaciones dejan pensar que el pueblo libio sería un pueblo “árabe” lo mismo a nivel étnico que sociológico, idéntico, cultural y lingüístico.

Señor Presidente,

Permítame indicarle que el éxito de la revolución libia se debe en gran parte al pueblo autóctono amazigh, que se rebeló al Este de Libia y que tuvo el mérito de liberar Trípoli, y al pueblo Toubou que liberó una gran parte del Sur. Los que considera como “árabes” son realmente amazighs para mucho arabizados después de su conversión al Islam. Una arabización forzada, querida y acelerada por el dictador decaído Gadafi.

Señor Presidente,

No deja de calificar a las actuales revoluciones de los pueblos del Sur del Mediterráneo “de primavera árabe”, cuando realmente, se trata de una “primavera de los pueblos de África el Septentrional y del Oriente Próximo”. En la revolución norteafricana del jazmín en Túnez, los amazighs, incluso minoritarios, se comprometieron profundamente par el cambio del sistema dictatorial de Ben Ali como lo hicieron los “coptos” y los amazighs de Siwa en Egipto al igual que lo están haciendo los kurdos y los drusos en Siria…

Señor Presidente,

La reducción de los pueblos del África Septentrional y del Oriente Próximo bajo la etiqueta de pueblo “árabe”, perpetuando la influencia de la ideología totalitaria panarabista no satisface los intereses de los pueblos. ¡Acaba de ayudar a los libios a liberarse del colonialismo “arabista” de Gadafi, pero olemos el peligro del neocolonialismo franco-británico de carácter económico, que se interesaría aún más por los recursos naturales y por el petróleo que a la liberación de los pueblos!

Señor Presidente,

Sabe que la política de arabización ideológica, que arruinó el sistema educativo de nuestros países del Norte de África (Marruecos, Argelia, Túnez…) se ha desencadenado por sus escuelas coloniales “franco-árabes”, que formaron una amplia élite urbana a la cual sus antecesores habían cedido el poder después de su abandono del África Septentrional. Este fenómeno de arabización que había comenzado durante el período colonial, ya había permitido el desarraigo de los amazighs, forzados por el éxodo rural, a descender de sus montañas hacia los centros urbanos.

Señor Presidente,

Habla de su país como el promotor de los derechos humanos, el país que acabo con la monarquía absolutista de Luis XIV. Pero, su país es desgraciadamente la causa de los principales problemas actuales que viven los pueblos norteafricanos. Su país apoyó el absolutismo y el arcaísmo en Marruecos y en otros lugares. El Estado francés que maquilló al Estado sultaniano de tendencia medievalista, en un estado “supuesto” moderno donde los ciudadanos siguen siendo tratados como “sujetos” por el mantenimiento de tradiciones desfasadas como el beso de la mano y el rito de sumisión llamado “bay'a”, a pesar de la adopción de una nueva constitución que saludó por todas partes sin que se traduzca en ningún cambio palpable para el pueblo marroquí.

El sistema “majzeniano” sigue reinando sobre cualquier cambio, y eso se hace con la bendición de Francia. Como ya se sabe, es Francia colonial que había obligado al ejército español, en una acción común y coordinada, a utilizar armas químicas de destrucción masiva, como la iperita, el fosgeno y la cloropicrina, y con las escuadrillas dichas “jerifianas” para masacrar las poblaciones civiles, con el fin de acabar con la guerra de liberación de Abdelkrim EL Jattabi (1921-1927). Esta guerra contra los rifeños es un crimen contra la humanidad. Y es siempre el estado francés que excluyó a los miembros del ejército de liberación, formado exclusivamente por combatientes amazighs, de las negociaciones de la independencia, tras los acuerdos de Aix les Bains, en 1954, dando lugar a una falsa independencia, substituyendo la élite administrativa colonial por la nueva élite urbana “arabista” o “fasí”. Y cuando los amazighs se alzaron contra la marginalización de los suyos en la formación de los primeros Gobiernos post-independientes, son sus aviadores que contribuyeron a descargar las bombas, incluido el napalm, sobre las poblaciones civiles en los sangrientos acontecimientos de los años 1958-1959. Otro capítulo de los crímenes contra la humanidad. Sin hablar de la complicidad de sus servicios y su silencio cómplice en los asesinatos políticos de los miembros distinguidos del ejército de liberación, cuyo Abass Messaadi, cometidos bajo los órdenes de sus “protegidos” del partido del Istiqlal, cuyo uno ellos, en este caso Mehdi Ben Barka, fue asesinado por agentes comunes de sus servicios y de los servicios marroquíes.

Señor Presidente,

No le preguntaría si se transportaron “algunos maletines diplomáticos” de Rabat hacia París, durante el reino de Jaques Chirac o el reino de otros Presidentes franceses, pero una cosa queda clara, el jacobinismo del Estado marroquí, reforzado por la ideología dictatorial panarabista, no está sin vínculos con su país… Eso constituye actualmente el principal obstáculo para su democratización. Le confieso que el debate sobre la regionalización política, que tuvimos el mérito de fomentar en Marruecos, como movimiento amazigh, acabo con una frustración enorme copiando el peor modelo del mundo, a saber el modelo francés, donde las regiones históricas son desprovistas de verdaderas prerrogativas políticas y divididas en departamentos territoriales por unas simples consideraciones socioeconómicas, que no arreglan de ninguna manera la integración y la sosiego de vuestros propios pueblos: bretón, occitana, vasco, corso, caledoniano…

Señor Presidente,

Si los sacrificios humanos de su memorable revolución de 1789 se acabaron por la declaración universal de los derechos del ciudadano, y que evolucionó más tarde en la declaración universal de los derechos humanos adoptada por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, los ciudadanos y los pueblos del mundo entero la desarrollaron y la enriquecieron hasta que la Asamblea General de las Naciones Unidas lo adopte bajo una nueva declaración universal, la de los derechos de los pueblos indígenas, adoptadas el 13 de septiembre de 2007. Por ello, y es sobre la base de los principios de esta última declaración que le pedimos respetar, y que apoya la autodeterminación y autonomía de los pueblos del mundo, del África Septentrional, del Oriente Próximo y de su propio país, a saber Francia. ¡Las revoluciones en Túnez, Egipto y Libia, en Yemen, o en Siria y en otros lugares… son hechas por ciudadanos y pueblos, que no se permite en absoluto reducir al arabismo! Las transiciones democráticas que estos países están viviendo con entusiasmo no pueden tener éxito sino respetan el principio de autodeterminación y autonomías de sus propios pueblos autóctonos, con la transformación de sus Estados centralizados y jacobinos hacia los “Estados de Regiones” como lo estipula el artículo 46 de la declaración de los pueblos indígenas. Libia, por ejemplo, puede convertirse en un estado auténticamente democrático solamente con la condición de que las poblaciones del Cirenaica, del Tripolitano, de Fezzan, los amazighs de Jbel Nefusa al Este, los Tuaregs y los Toubous en el Sahara construyen un Estado descentralizado en regiones autónomas que dispondría de un Gobierno y de un Parlamento regionales propios.

Señor Presidente,

El neocolonialismo económico que Francia consiguió perfectamente instalar en Marruecos, Níger y Malí, a través de sus multinacionales (Veolia, Areva…) y que prepara en Libia no solucionaría los problemas del desarrollo humano, que pararía la emigración hacia su país, ni reduciría el riesgo terrorista islamista que se esta extendiendo en la región norteafricana y en el Sahel. Le diría incluso más, imagina solo un momento que los cuatro millones de ciudadanos franceses de origen amazigh de su querida República, junto a los millones de ciudadanos amazighs de Marruecos, Argelia, Túnez… boicotean los productos franceses, [por ejemplo la compra de sus marcas de coches (Renault, Dacia, Peugeot, Citroën…)], su economía se pondría a rodillas. No olvide que los amazighs, reclutados en sus ejércitos, contribuyeron a defender, como carne de cañón, y a liberar Francia en las dos Guerras Mundiales, del peligro nazi. Es también gracias a los amazighs como manos de obra que contribuyeron eficazmente a la reconstrucción de Francia después de estas dos Guerras Mundiales. Del mismo modo, son figuras amazighes, como Zinedin Zidan, que el deporte y las artes franceses conocieron sus mejores momentos de gloria, etc.

Señor Presidente,

En definitiva, sabe bien, que el respeto de los derechos colectivos de los pueblos no está en ningún caso en contradicción con los derechos individuales, que habéis alzado como religión de Estado. Son más bien complementarios y sus aplicaciones no harán más que reforzar la paz y el bienestar de los individuos y de los pueblos tanto en Francia como en África y en el Mundo. Y entre estos pueblos singulares, hay el “gran pueblo amazigh” que forma ineluctablemente parte integrante de su propia diversidad étnica, lingüística y cultural. ¡En en Norte de África, Señor Presidente, no hay “pueblos árabes”, sino hay pueblos amazighes, “hombres libres”, algunos de los cuales y en gran mayoría son amazighoparlantes y/o áraboparlantes, y otros, en minoría, son francófonos (Cabilia) e hispanohablantes (las Islas Canarias)!

Rachid Raha