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Carta abierta al Presidente del Gobierno español, D. José Luís Rodríguez Zapatero

 

Con motivo de su visita a nuestra ciudad norteafricana de Melilla, situada en tierra amazighe (de los “hombres libres”), me he decidido a escribirle esta “carta abierta”, para exponerle la importante “cuestión Amazigh” o, como vulgarmente se conoce, “beréber”. Ante todo y como rezan nuestras ancestrales costumbres, no quisiera continuar sin darle la bienvenida y agradecerle su voluntad de visitarnos.

Señor Presidente, la relación profunda de España con los Amazigh no es debedora únicamente de la existencia de este componente identitario mantenido con gran orgullo en buena parte de los ciudadanos melillenses. Sepa, Señor Presidente, que investigadores universitarios españoles han llegado, tras concienzudos estudios e indagaciones, a la conclusión de que sus antepasados iberos provienen de estas mismas latitudes, de este mismo suelo africano que usted hoy pisa.

Sepa también, Señor Presidente, que aquellos que ocuparon durante más de nueve siglos el territorio peninsular, desde la primera llegada de tropas del rifeño Tarik Ibno Zyad en el 711 hasta la expulsión de los moriscos de las cordilleras granadinas en 1610, son en parte Amazighes. Es por esto que, como bien afirma el historiador Jacinto Bosch Vila, “la historia islámica de la Península es, en una parte nada despreciable, la historia de los beréberes”. La Giralda de Sevilla, el barrio del Albaizin de Granada, los regadíos de las comarcas valencianas o la toponimia de las Islas Baleares, por citar algunos ejemplos, son obra de nuestros antepasados.

Señor Presidente, si bien la cultura beréber está íntimamente ligada al destino histórico de los españoles, está se encuentra desgraciadamente lejos de ser conocida. Sepa usted que visitando las calles de Melilla no podrá encontrar ni una cuyo nombre sea Amazigh o cuya señalización se encuentre escrita en Tamazight, lengua que gracias a nuestras mujeres ha pervivido hasta hoy. Nuestra situación es, como usted sabe, bien diferente de aquella que se vive en Catalunya o en Euskadi, donde el callejero está henchido de nombres de los grandes hombres locales en sus propios idiomas.

Es que, Señor Presidente, mientras en las demás comunidades autónomas se respeta y se promueve la diversidad cultural e idiomática, aquí en Melilla, muy al contrario, se mantiene el “alma franquista” – ejemplificada en la obsesión de mantener las estatuas y los símbolos del dictador – de erradicar cualquier atisbo de heterogeneidad lingüística o cultural. Además de las autoridades locales del Partido Popular (PP), también aquellos organismos e instituciones dependientes de su propio Gobierno socialista como, por ejemplo, la delegación del MEC, no hacen nada por la promoción de nuestra identidad para, entre otras muchas cosas, tratar de atajar los elevados índices de fracaso escolar.

Sepa, Señor Presidente, que en las múltiples escuelas melillenses, que cuentan ya incontestablemente con un alumnado mayoritariamente Amazigh, no se enseña ni su idioma, ni su grafía Tifinagh (primera escritura descubierta en África), ni sus costumbres, ni sus creencias religiosas… Estos escolares son víctimas de una política descaradamente “asimiliacionista”, de carácter colonial y que condena a estos inocentes a la violencia en las aulas, a la marginación, a la delincuencia y al fanatismo religioso, quizás el efecto más pernicioso de todos los mencionados. Caso aparte, dentro de lo calamitoso de la situación en Melilla, es el de los “educandos” que son obligados a seguir desesperadamente otro tipo de enseñanza de tinte medievalista y que ignora igualmente sus señas de identidad. Me refiero en este último punto a aquellos que son “formados” en la “Residencia Marroquí de Estudiantes Musulmanes”, cuyas instalaciones carecen incluso de las más mínimas condiciones higiénicas.

Señor Presidente, sepa que desde esta ciudad norteafricana se emprendió la empresa colonial sobre las cabilas amazighes del Rif en el año 1909, tras la batalla del Barranco del Lobo y que está ubicado actualmente a algunos metros del aeropuerto. También, desde esta ciudad se almacenaron las primeras bombas químicas que el ejército colonial lanzó sobre la población civil rifeña desde 1923 y hasta 1926, cuando se produce la rendición del primer reformador y presidente de la “República Confederada de las Tribus del Rif”, Mohamed Abdelkrim El Jattabi. En tanto que jefe del Ejecutivo del Estado español, le solicitamos a usted el reconocimiento de este “crimen contra la humanidad” sufrido por nuestro pueblo, así como la reparación moral y económica de los daños ocasionados por el empleo de armamento químico de parte del ejército español.

Sepa también, Señor Presidente, que desde esta ciudad se alzaron los militares golpistas en contra del legítimo gobierno del Frente Popular durante la II República española, el 17 de agosto de 1936 y que la primera batalla de la trágica Guerra Civil se libró en el aeropuerto de Atalayun, a 5 Kilómetros de Melilla, con el acaparamiento de la fábrica de armas químicas. El fratricida conflicto bélico, como bien sabe, se saldó con la muerte de decenas de miles de españoles, incluyendo a su propio abuelo.

Nos apuntamos de forma incondicional, Señor Presidente, al “diálogo entre civilizaciones” por el que usted aboga de forma más que convincente. Desgraciadamente, Usted desconoce una de las grandes civilizaciones de todo el Norte de África: la Amazigh. No olvidamos su inoportuna afirmación durante la Cumbre de la Liga Árabe de Argel, el pasado 22 de marzo de 2005, cuando declaró que “el Magreb es la tierra árabe más próxima de España”. Sepa también que el Norte de África, al que nosotros denominamos Tamazgha, nunca ha sido tierra de los árabes y nunca lo será, “ni por astucia ni por la fuerza”, como subraya el gran académico marroquí Mohamed Chafik. Eso sí, la tierra de los “hombres libres” conoce, desde hace algunas décadas, una amplia colonización ideológica arabista. Toda colonización, hoy lo sabemos, tiene un punto de inflexión y un final. El panarabismo está en la recta final de su periplo y los amazighs están a la altura del desafío de liberarse de esta que, por otra parte, es una ideología autoritaria. Tenga por seguro, Señor Presidente, que los gobiernos y los pretendidos jefes “árabes” acabarán desapareciendo del panorama norteafricano, al igual que ha ocurrido en algunos estados del Oriente Próximo en el caso irakí y libanés. Si ahora se está juzgando al dictador Sadam Hussein por sus crímenes, pronto será el día de juzgar a alguno de nuestros déspotas como el difunto rey Hassan II, criminal en general, contra el pueblo Amazigh de forma sistemática y contra el Rif de manera particular, sobre todo en los años 1958-1959 y, más recientemente, en 1984.

Señor Presidente, ¿sabe por qué los pretendidos jefes de Estado de los países del Norte de África no han acudido a la Cumbre Euro-Mediterránea del pasado mes de noviembre en Barcelona? La razón, aunque sencilla, no le será explicada ni por su selecto gremio de “arabistas españoles” ni por su ministro de Asuntos Exteriores, tan empeñado actualmente en la construcción de la “Casa Árabe” en Madrid. El motivo no es otro que este encuentro no concernía a “los árabes”: ¡si la Cumbre de Barcelona hubiese tenido en el orden del día la cuestión palestina o la crisis de Irak se hubiera Usted sorprendido con la presencia de la casi totalidad de estos dictadores!

Bien al contrario, Señor Presidente, la cita barcelonesa versaba sobre el tema de la emigración y del grave problema del terrorismo islamista, sobre las cuestiones candentes de la seguridad del Estado español y de los países europeos. Saque de sus despachos a sociólogos, antropólogos o incluso a los politólogos y anímelos a averiguar si es que la mayoría de aquellos que perecen en las frías aguas del Estrecho de Gibraltar son palestinos o amazighs de las montañas del Atlas marroquí. Exhórtelos a que realicen sus encuestas para saber si la mayoría de los inmigrantes regularizados originarios de Marruecos – ¡qué ya sobrepasan el medio millón! – son “árabes” de Siria o beréberes de las cordilleras del Rif que entran de visita desde Melilla. Pídales que traten de confirmar si es que la mayoría de aquellos que transitan durante el verano desde multitud de países europeos hacia sus hogares de origen son “árabes” de Jordania o “amazighs” de la región del Sus… Demándeles, Señor Presidente, un esfuerzo adicional, por el bien de nuestro país y de toda Europa, para indagar si los que cometieron los inhumanos atentados terroristas del 11-M o aquellos que son detenidos por pertenecer a alguna célula islamista son “árabes” de Arabia Saudita o amazighs enajenados por una ideología obscurantista, ajena a nuestra costumbre e importada del lejano Próximo Oriente.

Señor Presidente, Usted defiende la idea capital de que para la paz mundial es necesario el “diálogo entre civilizaciones”. Si de verdad anhela dicho parlamento, tal y como ha defendido ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), asegurándole que nosotros estamos convencidos de su buena voluntad; empiece por dialogar con la “civilización del Norte de África más cercana a España”. Empiece, como no podría ser de otra manera, con la “civilización Amazigh”.

De nuestra parte, desde un proyecto militante y pacifico para la instauración de unos regímenes auténticamente democráticos y de derecho, laicos y federales, estamos a su más entera disposición para “dialogar” sobre los flujos migratorios, sobre las alternativas al cultivo del kif, sobre el terrorismo islamista y, como no, sobre las políticas de cooperación para luchar de manera eficaz contra todo aquello perjudicial para la estabilidad de nuestro Mare Nostrum, de nuestro Mar Mediterráneo.

A la espera de que tome en consideración estas cuestiones emanadas del pueblo hermano Amazigh, le deseo un feliz y próspero año con ocasión del nuevo año beréber 2956.

Melilla, martes 31 de enero de 2006.

Rachid RAHA

Presidente de la Fundación Montgomery Hart de Estudios Amazighs
y ex-presidente del Congreso Mundial Amazigh.